Disponibles en una seria infinita de formas y acabados, los grifos de lavabo son continuamente objeto de experimentación en cuanto a estilo y materiales, ofreciendo modelos con funciones cada vez más avanzadas: entre otras están el ahorro de agua, fundamental para la sostenibilidad económica, ambiental y social, o también la cromoterapia para el bienestar psicofísico, y los sistemas de sensores. En el cuarto de baño la grifería del lavabo reviste una importancia especial: según el tipo de instalación, el diseño del modelo, la composición del mismo, el acabado y la estructura, el grifo contribuye al éxito final del proyecto del baño. Después de diseñar el cuarto de baño y seleccionar los sanitarios que se quieren montar, es importante elegir la grifería de lavabo adecuada para la conformación del espacio y el estilo del interiorismo.
En el uso más corriente de la palabra, llamamos grifería de lavabo al conjunto de grifos que regulan el paso del agua en los lavabos del baño. Sin embargo, los fabricantes suelen subdividir los grifos de lavabo en dos macrocategorías de productos, dependiendo del tipo de mando que accione el funcionamiento.
Los mezcladores de lavabo solo tienen una palanca de control, que suele estar posicionada en el cuerpo principal del grifo y se desplaza de izquierda a derecha para ajustar la temperatura, y de abajo hacia arriba para regular el flujo de agua necesario. Sin embargo, estos mezcladores también están disponibles con palanca de control independiente, que puede colocarse donde se considere más útil: de hecho, es posible elegir entre el mezclador de lavabo de un orificio, el más común, o el mezclador de lavabo de dos orificios.
De estos últimos se diferencian los grifos de lavabo con dos mandos separados que regulan el paso del agua caliente y fría respectivamente. Estos pueden posicionarse bien en el cuerpo central del grifo o, si son independientes, directamente en la encimera: este es el caso de los grifos de lavabo con tres orificios, que también permiten posicionar los mandos separados del caño.
Para ajustar la temperatura deseada del agua hay que mezclar los dos flujos de agua caliente y fría, regulando el caudal de los dos mandos cada vez. Los mandos se distinguen gracias a los diferentes colores de los mismos: el mando correspondiente al agua fría se caracteriza por el color azul y el del agua caliente por el rojo.
Los mezcladores suelen ser más prácticos que los grifos tradicionales, porque pueden manejarse con una sola mano y permiten mantener la misma temperatura regulada la última vez que se utilizaron.
Come se ha dicho anteriormente, los mezcladores tradicionales requieren dos movimientos de la palanca de control: uno para abrir, regular y cerrar el chorro y otro para regular la temperatura del agua. En cambio, los mezcladores con cartucho progresivo únicamente requieren un movimiento que permite regular a la vez el flujo y la temperatura del agua. Por lo tanto, está previsto regular de antemano tanto el caudal como la temperatura.
Por último, se puede optar por un mezclador termostático, que garantiza el máximo confort, permitiendo la máxima precisión al regular la temperatura del agua. En estos casos hay dos mandos: uno para controlar la temperatura del agua y otro para regular el caudal, o sea el flujo. El mando para ajustar la temperatura permite un regulado fácil, que después del primer empleo, sin más modificaciones, hará que el agua salga siempre a la misma temperatura. Además, este tipo de mezcladores son ideales para que los utilicen los niños o ancianos, ya que ofrecen la posibilidad de bloquear la temperatura a un máximo de 38°, evitando así posibles quemaduras. Si la mezcla con agua fría no está garantizada, los mezcladores termostáticos interrumpen por seguridad el flujo de agua. Sin embargo, este tipo de mezcladores no es aconsejable si el agua caliente procede de un calentador de agua instantáneo. En estos casos se aconseja usar un calentador con acumulador.
Es posible optar por el tradicional grifo de lavabo de encimera, que se coloca en la encimera del lavabo, o por un grifo de lavabo de pared. Estas son las tipologías tradicionales de grifos, corrientes en la mayoría de los cuartos de baño. Sin embargo, con la evolución del diseño, a menudo llevado al extremo por los diseñadores, estos grandes clásicos también han tenido que sufrir innovaciones y nuevas ideas que a menudo han llegado a modificar su estructura por completo. Por ejemplo, muchas veces los lavabos independientes necesitan grifos de pie, por estar colocados lejos de las paredes, o en los baños con un diseño más atrevido y sofisticado, la tipología más adecuada podría ser precisamente la de los grifos de lavabo para fijación al techo, que también pueden emplearse en los lavabos más tradicionales.
El grifo tiene que adaptarse al tipo de lavabo: por ejemplo, en el caso de un lavabo de suelo, los más adecuados podrían ser precisamente los grifos de encimera o los de pared. En el primer caso, sus dimensiones, sobre todo la altura, deben permitir un fácil empleo, y la profundidad del caño tiene que coincidir con el desagüe del lavabo para evitar molestas salpicaduras de agua. En estos casos es posible elegir un grifo de lavabo de puente, o la solución más refinada de un grifo de lavabo en cascada.
En el mercado de las griferías se emplean una infinidad de materiales, pero la mayoría de los fabricantes se divide entre dos familias distintas de metales: el latón y el acero.
Sin duda los grifos de lavabo de latón son los más corrientes. El latón, aleación de cobre y cinc que se somete a un proceso de cromado, tiene la gran ventaja de ser fácil de modelar: de hecho es fácil de producir, ya que el latón es un material que puede moldearse mediante el calor, y por tanto pueden fabricarse todas las piezas de un grifo a partir de un molde. Esto conlleva un menor coste de producción para esta tipología de grifos, pero se trata de un material delicado que requiere un cuidado especial en el uso y en la limpieza.
Sin embargo, las últimas tendencias muestran una difusión cada vez mayor de los grifos de lavabo de acero: resistentes y de diseño, apuestan por la resistencia y solidez del material del que están hechos. Pero el acero no puede fundirse y requiere una manufactura más larga y difícil, que incluye procesos de tallado. Todo esto, naturalmente, implica un precio más elevado de estos productos, aunque tienen numerosas ventajas: los grifos de acero son resistentes a las bacterias y todos sus componentes son reciclables, y resultan extremadamente resistentes, además de estar muy de moda.
Hoy en día el ahorro es un aspecto muy a tener en cuenta, sobre todo en el ámbito contract, la hostelería y la restauración.
En estos casos, los grifos de lavabo con infrarrojos permiten evitar la apertura y el cierre manuales. Dado que la temperatura del agua se regula en el momento de la instalación, basta que el usuario acerque las manos debajo del grifo para accionarlo. Los grifos con infrarrojos están equipados con un sensor que puede funcionar con baterías o electricidad. Así se evita despilfarrar agua y el contacto continuo con la superficie del grifo, lo que permite una mayor higiene del mismo y de los usuarios.
De un grifo tradicional pueden salir unos 10 litros de agua por minuto. Los mecanismos que pueden instalarse en los mezcladores modernos pueden hacer que se logre un ahorro sustancial en el consumo de agua, reduciendo el despilfarro hasta 4-5 litros por minuto, o sea alrededor de un 50% menos. Además, limitando el flujo de agua, también se reduce la cantidad de agua que hay que calentar, con el consiguiente ahorro de energía.
Entre los mecanismos que pueden contribuir a limitar el consumo se cuentan los siguientes: los grifos con limitador de caudal, que se valen de una rótula que regula el movimiento del mezclador y, por tanto, también el paso del agua. Los grifos de lavabo con aireador añaden aire al flujo de agua, de manera que se reduzca el consumo de agua sin tener que renunciar a un chorro enérgico. Sin embargo, el aireador del grifo, también llamado filtro, podría atascarse con cal, que impide su correcto funcionamiento, generando a veces salpicaduras y una reducción del flujo de agua. Para solucionar este problema, es necesario desmontar el aireador. Una vez desmontado, hay que limpiarlo con un sencillo chorro de agua para eliminar las partículas de cal, o con una mezcla de agua y vinagre. Se recomienda no usar agentes químicos.
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